Por Richard MOSCOSO TICONA
Un día recuerdo haber visto a Juan era
un niño que siempre estaba feliz, lo veía con su polo parchado y sus zapatos
rotos. Su padre Raúl era un borracho, pues se
dedicó al alcohol después de la muerte de su madre.
Una tarde estaba Juan pidiéndole comida a una
chica: hola tengo hambre me puedes invitar tu comida –dijo él, si no te
preocupes – respondió ella, y le invito la mitad de lo que ella estaba
comiendo, de pronto después de que suene la salida del colegio que estaba al frente de donde estaba Juan, vino su padre él estaba borracho.
¿Qué haces aquí? –Dijo el molesto, - tenia
hambre y una señorita me convidó su comida-dijo Juan asustado, - tú no eres
mendigo – dijo su padre enfurecido, y le comenzó a pegar, después de haberle pegado los dos van a su
casa.
Raúl seguía bebiendo y parece que le
molestaba que su hijo este sonriendo, el no se explicaba la felicidad de su hijo
por que casi siempre le asía la vida más difícil, y de pronto Juan en el
silencio escucha:-¿de qué sonríes? -pregunto su progenitor amargado, - de nada
–dijo él, -¿te estás burlando de mí? –Dijo su padre, - no – respondió Juan.
Raúl se levantó enojado de su sillón y
al levantarse hiso caer su estante uno muy grande y pesado, como estaba mareado
no se dio cuenta q se avía caído encima de su hijo, el se dirigía al baño y al
salir va al cuarto y se encuentra a Juan
agonizando con el estante encima y un vidrio clavado en el pecho de su hijo;
¿Qué he hecho? – Dijo el asustado y entristecido, - no te preocupes yo estaré
bien – dijo su hijo con una sonrisa en su rostro; de pronto Raúl se dio cuenta
que Juan había partido.
El fue condenado a cadena perpetua en una
cárcel pasaría toda su vida que le quedaba ya sin motivos para vivir siempre en las
noches entre lágrimas se acordaba de
aquel trágico día y se reprochaba y se decía a sí mismo: ¿Qué fue lo que hice?
Si tan solo hubiera estado consciente.
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