Por Anthony César QUISPE
LIGUE
Erase una vez unos dos hermanos, el
mayor se llamaba Daniel y el menor Kevin. Los dos eran pobres, sin padres ni un
hogar. Pero sabían cómo cuidarse, uno al otro. Trabajaban en las
madrugadas limpiando ventanas. Unas veces vendían caramelos con tal de no pasar
hambre. Cuando ya pasaba el día, ellos ya
se iban a una tienda a comprar un pan y dos manzanas. Después llegaban al callejón donde vivían. Ahí compartieron el pan y las manzanas
cuando terminaban se echaban a dormir, cubriéndose con trapos viejos y
periódicos para no pasar frío.
Al día siguiente, Kevin despertó temprano a conseguir agua. fue a la casa del vecino don José, un hombre bien renegón, pero era bien respetado. Se acercó cuidadosamente porque había un perro bien gruñón que cada vez que lo veía ladraba sin parar. De pronto don José se levantó y agarró un palo
para ahuyentarlo. Kevin salió disparado de la casa, llorando. Daniel solo podía calmarlo porque no podía
hacer nada.
Ya es hora de trabajar-le dijo- cálmate. Y se fueron a trabajar. Concluyeron con su labor. Regresando a dormir, vieron humo saliendo de la casa de Don José. Fueron a ver. la casa se incendiaban vorazmente. Daniel vio que Don José no había salido, así que sin pensarlo dos veces, entró a la casa en llamas. Buscó pero no lo encontró por el humo. Siguió buscando, lo encontró en el dormitorio y estaba tirado no podía moverse. Estaba inconsciente. Trató de levantarlo pero no podía. Pidió auxilio, ya no podía.
De pronto se rompe la ventana y entran los bomberos a ayudarlos. Se llevaron rápido al hospital a Don José. Daniel estaba bien, no tenía nada.
Después de unos días, Don José regresó a su casa, pero antes fue a donde Daniel a darle las gracias por salvar su vida y de agradecimiento les dio un regalo que nunca olvidarían: Un hogar y Don José los criaría como sus propios hijos.
Ya es hora de trabajar-le dijo- cálmate. Y se fueron a trabajar. Concluyeron con su labor. Regresando a dormir, vieron humo saliendo de la casa de Don José. Fueron a ver. la casa se incendiaban vorazmente. Daniel vio que Don José no había salido, así que sin pensarlo dos veces, entró a la casa en llamas. Buscó pero no lo encontró por el humo. Siguió buscando, lo encontró en el dormitorio y estaba tirado no podía moverse. Estaba inconsciente. Trató de levantarlo pero no podía. Pidió auxilio, ya no podía.
De pronto se rompe la ventana y entran los bomberos a ayudarlos. Se llevaron rápido al hospital a Don José. Daniel estaba bien, no tenía nada.
Después de unos días, Don José regresó a su casa, pero antes fue a donde Daniel a darle las gracias por salvar su vida y de agradecimiento les dio un regalo que nunca olvidarían: Un hogar y Don José los criaría como sus propios hijos.
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